Yo no voy a votar por mi. (Elecciones 2018)

Yo no voy a votar por mi porque yo no vivo en Colombia y en mis planes no está volver porque siempre vuelvo.
Yo no voy a votar por mi familia porque mi familia, gracias a Dios, a la suerte y al trabajo incesante, están bien.
Yo no voy a votar por mi porque mi voto no me cambia, ni me afecta, ni me suma mucho, ni me resta.
Yo no voy a votar por mi, porque mi salud está mas o menos cubierta, el aire que respiro es más o menos limpio y estoy agradecido de poder hacer lo que me gusta y ganarme la vida con ello, aparte de la satisfacción de sentir que hago algo por/con los demás.
Yo voy a votar por otro, por otro que pude haber sido yo pero que yo no fui. Otro que no tuvo la posibilidad de educarse, ni de comer bien, ni de viajar, otro que merecía respeto pero nunca ha tenido: por pobre, por negro, por indígena, quizá por gay.
Yo voy a votar entre muchos otros por Juan, aunque no recuerdo cómo se llamaba. Yo era un estudiante universitario y estaba haciendo un proyecto sobre Comunicación y Ciudadanía en un barrio de desplazados por la violencia en Malambo, municipio paupérrimo del Departamento del Atlántico. Juan tendría 6 años y unos ojos negros saltones, estaba apoyado en la fachada de su casa, construida con tablas recogidas en cualquier parte, mientras miraba mi ropa y mis zapatos con asombro. Me acerqué a él con el mayor respeto que pude, pero su barriga inflada por parásitos me revolvió el desayuno. 
Le pedí entonces que me vendiera una bolsa con agua, que era a lo que se dedicaba... y mientras me la tomaba intentando pasar el mal rato y atenuar los 40 grados bajo sombra, le hice la pregunta que había prediseñado para mi trabajo:
- Juan y tú, qué quisieras para tu barrio? -
Juan clavó su mirada en mi cámara de fotos, tal como me imagino a un extraterrestre que acaba de encontrar por primera vez a un humano y entonces respondió, lo primero que sintió.
Yo voy a votar por Juan con la esperanza de que no haya sido disfrazado de guerrillero y asesinado por el ejercito colombiano, o por un pagadiario, de los que esa mañana pasaron en una camineta de vidrios polarizados sobre aquella calle que no era más que un barrizal.
Han pasado casi 16 años desde entonces, los mismos que han gobernado Uribe y los que él ha puesto a gobernar.
Yo voy a votar por Juan, yo no voy a votar por mi, yo voy a arriesgarme con la ilusión de que algo cambie en esos lugares. Para que la hija de Juan tenga acceso al colegio, para que vaya a la universidad... y si hace un trabajo como el mío no le respondan nunca más lo que Juan me respondió... Arroz.

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