Juan Guillermo Cuadrado y la paz en Colombia, desde Cariamanga.



Cariamanga es una población de poco más de 20.000 habitantes. Se puede llegar por una carretera pavimentada que comunica con un aeropuerto prácticamente nuevo. El proyecto que me trajo aquí es el mismo que me motiva hace varios años en Barcelona y que el año pasado me permitió tener una linda experiencia en Sabanalarga.Sabanalarga es la segunda ciudad del departamento del Atlántico, tiene 105.856 habitantes, -cinco veces la población de Cariamanga- sin embargo, a diferencia de esta, no solo carece de teatro, tiene un solo hospital en mal estado y el 80% de sus calles sin pavimentar, si no que el único restaurante donde se puede comer con aire acondicionado es la Olímpica. La cadena de supermercados, se instaló en el municipio luego de que el alcalde aprobara un decreto en el que no le cobraría impuestos en los próximos 10 años.

Hace un año, en nuestra expedición junto con dos catalanes, tuvimos que recurrir a la politiquería para usar la casa de la cultura -que tenía el agua cortada-. Para dormir, buscamos en casas de particulares durante días hasta encontrar el único hostal decente en una de las pocas casas con más de una planta.

Cariamanga fue fundada por Francisco de Paula Santander, la gente por estos días se viste de amarillo para ver a su selección y ahora mismo escucho por la ventana música de Totó la Momposina y Jorge Celedón. Cariamanga está clavada entre picos impresionantes, pero no queda en Suiza, aunque he salido a su plaza con el portátil en la mano y nadie me mira con ganas de asesinarme. Ecuador tiene un presidente socialista y aunque este no es el lugar donde más lo votan, los únicos que no hablan demasiado bien, parecen ser los mismos que antes evadían impuestos.

Ayer celebré junto a un cariamanguense, con un jugo de mora en la mano, como Juan Guillermo Cuadrado por la banda derecha, le partía la cadera a un griego y metía un pase magistral que después de 16 años de silencio, nos devolvió la dignidad mundialista. Hoy, temblé de temor y luego de alivio, cuando vi que en Colombia había ganado la posibilidad de la búsqueda de la paz negociada. Lo que se viene no es fácil, requiere unión, perseverancia y algunos sacrificios. Negociar es perder un poco, para ganar en lo fundamental. El sábado Colombia ganó una alegría, el domingo, la posibilidad de tener un gobierno que respete la diferencia. Que no la intercepte, que no la aniquile.

Todo hay que decirlo, Grecia era fácil, el jueves es cuando realmente empieza el mundial. Ahora sí es el momento de demostrar de qué estamos hechos, aunque Juan Guillermo Cuadrado ya lo ha demostrado. Cuando los tiros sonaron, se escondió debajo de su cama. Era 1992 en el Municipio de Necoclí, Antioquia, una región en que las balas paramilitares se volvieron costumbre. Al salir de su escondite encontró que su padre Guillermo había muerto. Fue Marcela Bello, su madre, a quien le tocó comenzar a trabajar en las bananeras de Apartadó, en las que lavaba y empacaba guineos de exportación para darle de comer a su hijo y pagar las ocho mil barras que le costaba la mensualidad en una escuela de fútbol local.Por eso aunque hoy es el día del padre, tanto en Cariamanga como en Medellín, -donde está el mío- mis gracias son para Doña Marcela por valiente y a todas las madres que dejaron su voto, por un país en paz.