In da jaus

El primer día, los abrazos de mi familia me recordaron lo que se siente en mi casa y entonces las cigarras, las ranas, los pericos, las tamboras, las maracas, me recordaron a qué suena mi casa.

Y descubrí entonces que mi casa no sabe a colombiana, sabe a guarapo, a jugo de lulo y maracuyá. Sabe a los patacones de Odila, a la butifarra de la esquina, a queso costeño y a los besos de mamá.

Entonces, al día siguiente entré al baño y bajo la ducha entendí porque vale 850 euros el tiquete… los rayos del sol cruzaron las palmeras, atravezaron la ventana, rebotaron entre las paredes, calentaron un poco el agua, y me tonificaron el aliento. El color de mi casa, es el color, del mas bello atardecer.

De vuelta

Cuandro escribo este post, en Barcelona son las 05:21pm y en Barranquilla las 11:21am del 20 de Enero de 2008. No tengo muy claro que hora es aquí, a miles de pies de altura, todo es inverosímil. De todos modos, algo está tan claro como el cielo que cruzo: volver nunca es retroceder y mucho menos cuando volver, implica reencontrar. Lo pienso sin miedo: "el reencuentro es tan importante como la misma búsqueda y la felicidad no está en el destino, sino en cada trayecto."

Los extraños del paseo.




Sábado, invierno cálido, paseo marítimo de la Barceloneta. Los turistan disfrutan del paisaje, del buen clima. Los catalanes descanzan de la agtadora semana, hacen ejercicio, trotan, patinan, montan bicicleta. Los híbridos saben bien lo que hacen, pero nadie los entiende. Ellas llevan vestidos negros y largos ceñidos a sus curvas, cayenas verdes, rojas y amarillas en sus cabezas. Ellos llevan sombreros y capas con lentejuelas, bombachos negros y largas medias. La muerte los ronda a todos por igual, pero frente al lente del turista y el temor del catalán, ellos se arman con un palo de madera y ellas con una sonrisa original.
De pronto, un par de perros hacen el amor frente a la playa y entonces la muerte tiembla de miedo mientras se muere de envidia… y de risa, en silencio.

Viajesperanza








Año nuevo, vida nueva, viaje nuevo. A las tres de la mañana me desperté y dos horas despues estabamos en un avión rumbo a Málaga. A las ocho, un nuevo y hermoso amanecer me dijo que estaba en lo cierto. Que la luz que el año pasado llenaba mis espacios era de esperanza y que ahora, la esperanza se despierta cada día mi lado, rozandome la piel con el alma.

Esperanza y yo almorzamos, bailamos, peleamos, sentimos, vibramos, volamos, caminamos por caminos que sonaban conocidos, que se parecían a los nuestros.
Demasiado parecidos para ser españoles. Decidímos entonces buscar la belleza en Picasso, pero nuevamente, yo la encontré en la azucar morena de esperanza.

Entonces esperanza durmió conmigo y yo volví a soñar con ella, y en Sevilla esperanza encontró esperanza y en el cielo negro brillo una estrella. Entonces fue ella quien soñó conmigo y yo quien durmió con ella. Y la esperanza se hizo mujer y la mujer se volvió poema.

Esperanza se enredó en la cama, de mis huesos, de mi alma, de mis penas, y ahora ella y yo somos solo uno, para hacer frente a los dilemas.

Charlotte von Mahlsdorf y sus retazos de historia.*

*Colaboracion para la revita LAMBRADO

Habitualmente, la historia de la humanidad ha sido contada desde el poder, el discurso de los ganadores se ha impusto no solo sobre los vencidos sino sobre el resto de la población, como la única verdad. Hoy en día, es cada vez mas frecuente recurrir a historias aparentemente minúsculas para revelar con sutileza, elegancia y por tanto con mas humanidad, la complejidad de las cosas que pasan. Es por esto que Charlotte es un personaje que marca historia, la historia de una comunidad, de un país, y de la Europa del siglo pasado, una historia que nace en la periferia, en la otredad, pero una historia tan rica que sigue inspirando nuevas luchas, en pleno siglo XXI.

Ninguna vida se puede resumir en un artículo de revista, pero es aún mas complicado cuando se trata de un personaje como Charlotte von Mahlsdorf. Su historia, es la de una mujer que nació hombre. La historia de la travesti más célebre de Alemania, pero además, la histroria de un símbolo. Un símbolo de la diferencia en tiempos repletos de verdades absolutas, de violencia, de ambición y fanatismo. Charlotte fue la encarnación de la lucha por la apertura del espíritu, en tiempos donde la lucha era por el poder absoluto, por la hegemonía política, racial y militar. Su historia es también una apuesta por revolucionar el mundo, pero desde otra orilla: la del arte, la cultura y la sexualidad.

Charlotte nace en un sitio y una época nada recomendable para gente como ella: la Alemania de 1928. Como si esto fuera poco, su padre es un tirano ultramachista y violento, con ideas nacionalsocialistas que prentendía que su afeminado hijo, fuese el soldado que él no pudo ser. Así pues, su vida está marcada desde su nacimiento por una lucha constante, a los 16 años cuando ya no soporta los abusos y maltratos de su padre, no solo con él, sino también con su madre y hermanos, lo asesina a golpes, pero la pesadilla apenas comenzaría. Luego de pasar algún tiempo en la cárcel, logra salir, justo cuando Berlín se desmorona por las bombas de los Aliados. Además de enfrentar el régimen Nazi y vivir muy de cerca, todo el horror de la Segunda Guerra Mundial, Charlotte von Mahlsdorf, -oficialmente Lothar Berfelde- tendrá que enfrentarse con el no muy amable, régimen comunista. Su vida fue entonces, una lucha inquebrantable. En 1992 fue condecorada por su valor cívico, por la recién Alemania reunificada, pero sus últimos años los vivió en el exilio, por ser amenazada y perseguida por los skinheads. El 30 de Abril de 2002, a los 74 años muere en Suecia, aunque la noticia se da a conocer tras sus funerales, para evitar movimientos masivos.

Charlotte fue para muchos y en especial para el colectivo LGTB, una héroe. Una héroe en tiempos de guerra sin saber siquiera empuñar un fusíl, sin morir en el campo de batalla, pero sobretodo sin desfallecer, sin vender sus principios, su dignidad. Por eso inspiraba amor, amor y solidaridad, a fin de cuentas, para lo que vivía.
En su autobiografía, Yo soy mi propia mujer, lo deja claro: -“Siempre contarán con mi amor y mi ternura aquellos que tienen que defenderse de un mundo que les es hostil, aquellos que, como yo, son marginados. Siempre tomaré partido por ellos: por las putas de la calle y sus sueños; por los chicos que se prostituyen sin tener siquiera edad para ello; por los maricas y los gitanos romaníes y sintii; y, por supuesto, por los judíos. En lo más hondo de mi ser anida un sentimiento de justicia y, lo que es aún mas importante, me siento intrísincamente afin a todos aquellos que se hallan al margen de la sociedad. No debería existir nadie que se levantara encima de los demás.”-

Además de su autobiografía, se han realizado reportajes, inumerables programas de radio y televisión, una película documental, varias obras de teatro que han recorrido el mundo contando su vida, y uno de los elementos mas llamativos siempre ha sido el travestismo. Y es que en plena Segunda Guerra Mundial, en medio del genocidio mas grande de la historia moderna, donde no existía el mas mínimo respeto por el otro, su desición de vestir y comportarse como mujer mas que un placer, se trataba evidentemente, de una necesidad. Sus faldas, sus vestidos, sus blusas, sus tacones, no solo eran su obsesión, sino también la posibilidad de construir una nueva personalidad para sobrevivir en medio de la barbarie.

Charlotte es el episodio fallido de un mundo que se encargó de hacer desaparecer los cuerpos de los que eran distintos. Su travistismo se conviertió entonces en su verdad, su automedicación, la posibilidad que encontró de construir y consruise a sí misma, ante tanta destrucción.
Julio Chavez, el actor que la interpreta en uno de los montajes teatrales, dice al respecto: -“Tal vez, nuestras inclinaciones y gustos, las palabras que seleccionamos para hablar y hasta nuestra forma de vestir, son también un acto de supervivencia”-.
Como la gran mayoría de los que marcan historia, para muchos, Charlotte es un personaje complejo: encantador pero sospechoso de colaboracionismo con sectores oscuros del estado alemán, amante del arte pero moralmente dudoso, alguien capáz de asesinar a su padre y amar sin medida.

Para otros tantos, sin embargo, lo único importante es que Charlotte es una héroe de una guerra que no solo acabó con personas si no también con seres inanimados, con obras literarias, con obras de arte, con vestidos y cosas usuales, que éran retratos de una época. Tal vez estos últimos tengan razón y esto sea lo mas rescatable de su historia: su decisión inalterable de salvar de la destrucción, objetos cotidianos que los Nazis y comunistas consideraban decadentes. Hoy por hoy, libros, relojes, candelabros, mesas, armarios, escaparates, gramófonos, vestidos, carteras, baúles, etc. reposan en el Museo Grunderzeit, creado por ella misma en un caserón barroco, y que es motivo de orgullo para la nueva Alemania. Su sensibilidad artistica, su amor por la decoración y su inmensa fuerza de voluntad, permiten que los ciudadanos del siglo XXI, no lo olviden todo.
Charlotte se fue pero dejó la historia marcada grcias a un sitio repleto de objetos que cuentan sin palabras: otras historias. Historas mínimas, historias delgadas y paralelas, a veces anónimas, todas marginales, Todas, sin embargo, posibilidades para narrar el horror de la ambicion humana, para reflexiónar sobre la diferencia.
Hoy, todos los objetos del museo se convierten en marcas de una historia que nunca se terminará de contar. En las huellas de un planeta al que le sigue faltando… demasiada humanidad.