Del 8 al 11

8.

Tomaste mi mano fuertemente, a pesar del miedo y la desconfianza. Tomaste mi mano con fuerza y me diste fuerza. Fuerza para hacer la fila, para darte un abrazo, para decirte todo con la mirada, para vincularme contigo sin apegarme a ti, para robarte el sueño, para soñar contigo. Subí las escaleras con el corazón fortalecido y no dejaste caer una lágrima hasta que giré y te perdiste tras el ventanal del aeropuerto.

9.

Quise abrazarte, volver a ti, me mandaste al carajo, a la mierda, sos puro corazón. No supe como acercarme, también soy un aprendiz. Tomé tu mano fría de invierno para darte fuerzas, pero ya habías recuperado las tuyas, de las tripas, de entre el alma y armaste el alboroto, alegraste la fiesta y disfrutaste el desorden. Fuiste el centro del mundo, sobretodo del mío.

10.

Pa’ fuera, Pa’ la calle! le gritaste a todos, pero solo yo te escuché. Solo yo te busqué, espero solo yo encontrarte. Te ves divina y lo se, te ves divina y lo sabes. Tu celular me llama solo, yo te llamo solo, nuestros cuerpos se llaman, nuestras vidas se llaman, se desean, se extrañan, a pesar de los pesares.

11.

Tomamos nuestras manos con fuerza y subimos la escalera eléctrica mas juntos que nunca, más pegados que nunca más vinculados que nunca. No hay miedo ni angustia, el acordeón nos hace sentir bien. Compartimos la tambora, bandera tú, bandera yo, audífono tú, audífono yo, se nos acelera el corazón mientras los pies no dejan de moverse.

8.

Disfruté mi espacio, mi fiesta, mi tradición, mis amigos, tu recuerdo. Era extraño estar en casa, sin ti, conmigo, como si tu existieras hace mucho. Como si mi casa te extrañara, como si mis amigos me preguntaran por ti.

9.

Indiscutiblemente eras la reina, una reina sin tesoros ni tierra, que me enseñó una manera de vivir nada mas. En mi mundo gobernabas sin miedo, con la sonrisa inmensa de la Negra Soledá.

10.

Caminabas despacio, con el dolor de cabeza que deja la resaca. Quise preguntarte porque te cuesta tomar conmigo y no cuando estás sin mi. Quise preguntarte muchas cosas que no responderías, quise explicarte tantas que me enredaría, quise solo abrazarte y me lo permitiste, entonces recargue energías para seguir compartiendo domingos, y todo lo demás.

11.

Entraron más de 100 aunque cabían muchos menos. Ahí estaban todos: los de siempre, los de nunca, los carita blanca, los politiqueros, los ladronzuelos, las prostitutas, los empresarios, los profesores, los del vacile efectivo, los de los falsos positivos. Y ahí entraste tú sandungueando. Tú, esa negra linda, presumida, jactanciosa y saramulla, con tu pollera colorá… Entonces pusieron una Cumbia en el templo de la Salsa y tu y yo, bailamos como nunca para hechizarnos para siempre, en este vínculo real.