En la ciudad de los sordos


Ramiro entró despacio, como con miedo, como entran los borrachos en la madrugada a sus casas después de visitar a la amante. Ramiro se puso blanco una vez dentro, en la primera página, en la portada, Vanesa estaba sujeta al tipo, colgada de su cuello como una camisa vieja a su gancho.

Se levantó de la silla, fue a la cocina y sacó de la despensa una botella de Sello Negro, volvió a su habitación, observó la pantalla y se zampó un trago largo, amargo, con el que se quemó la garganta.

Miró una foto y luego no se pudo detener, Carelibro es así, miró la galería completa, foto por foto, clic tras clic sus ojos se ponían más y más rojos pero no les dejó derramar ni una lágrima, -ni una puta lágrima por esa hijueputa- pensó mientras cerraba la ventana.

Al día siguiente, Ramiro esperó al tipo frente a la puerta del edificio donde vivía, un edificio viejo y feo, como él, con una puerta pequeña y mugrienta, formada en parte, por pedazos de vidrios rotos. El tipo bajó por la acera, cruzó la calle y Ramiro prendió el coche casi en silencio.

Cuando el semáforo peatonal marcó el verde, aceleró a fondo y se lo llevó por delante, con todas las fuerzas de su coche y de su alma, el maldito-perro-hijueputa que le había arrebatado a su mujer, se reventó contra el parabrisas de su mercedes. Nadie vio nada en la ciudad de los sordos.

Ramiro entró despacio, como con miedo, como entran los asesinos a todas partes y se puso blanco una vez dentro . En la primera página, en la portada, Vanesa continuaba sujeta al mismo tipo, colgada de su cuello como una camisa vieja a su gancho. Miles de mensajes le daban el sentido pésame, inclusive los amigos de Ramiro, los de toda la vida, los de las incontables borracheras, los del estadio, todos. Estuvo a punto de comentar en el Carelibro que el también lamentaba mucho la muerte de aquel tipo, pero no fue capaz. Se levantó de la silla, fue a la cocina y sacó de la despensa una botella nueva de Sello Negro, volvió a su habitación y observando la pantalla, leyendo cada uno de los mensajes de sus examigos para su exmujer, se zampó sorbo tras sorbo, clic tras clic, tragos largos, amargos, que solo detuvo cuando llegó al final de la botella.

Vanesa guardó el luto una semana, no salió de su casa ni de su perfil, se quedó mirando cada galería, colocando cada media hora en el status sus dolores, sus penas, sus frustraciones, luego se cambió y caminó media calle hacia la montaña, donde se encontró de frente con Ramiro, quien sin decir una palabra y con la cara inundada por lágrimas, le disparó un balazo en el corazón.

Ramiro entró despacio, tranquilo, sonriendo sastifecho, como entran y salen los políticos de su país al Capitolio Nacional o a la cárcel. Sin embargo, no se puso blanco una vez dentro y empezó a temblar, en la primera página, en la portada de Carelibro, la maldita Vanesa estaba sujeta al mismo hijueputa, colgada de su cuello como una camisa vieja a su gancho. Entonces se levantó de la silla, fue a la cocina y buscó en la despensa una botella de Sello Negro, pero no encontró. Volvió a su habitación y buscó en la chaqueta, el revolver que había guardado minutos atrás, miro la pantalla y la foto detenidamente, sus ojos se inundaron de agua salada, pero antes de dejarla caer, reventó el imac-último-modelo con un pepazo.

El Oso Ferdy


A mi abuela, con todas las fuerzas.

No recuerdo muy bien cuando lo vi por primera vez, recuerdo, eso sí, que su mano era como la de un oso gigante. No eran solo sus manos, tenía el pelo blanco como la nieve y una barriga nada despreciable, además de los ojos azules como cielo y un nombre como de oso: El Oso Ferdy.

No recuerdo exactamente cuando llegó a nuestras vidas, tal vez yo tenía diez años, tal vez menos, lo que sí recuerdo es que mi prima Maryellen y yo estábamos algo enojados, -muertos de los celos en realidad- pues el intruso con cara de oso nos estaba robando el corazón de Tita Mery.

Tampoco recuerdo cuanto tiempo pasó pero fue realmente poco, en un abrir y cerrar de ojos Ferdy ya era de la familia. Estaba en los cumpleaños, en las primeras comuniones, en los bautizos y en Navidad, y nosotros también muy rápidamente, habíamos entendido sin ser adolescentes si quiera, que el amor no tiene edades y que nunca es tarde, para empezar de nuevo.

En el año 2001 había entrado a la universidad y tenía una materia que era la más importante de todas, para la cual había que hacer un examen al que todos los primíparos llegaban nerviosos. Yo no llegué para nada nervioso al despacho del profesor y director de programa de aquel entonces, para cruzar con el permiso de la secretaria y decir con contundencia: “Profesor, no puedo hacer su examen. Mi abuela se casa ese día a esa hora… y esa vaina yo no me la voy a perder.” El profesor postergó mi examen y yo llegué a tiempo para ver la cara de felicidad de Tita Vale, mi bisabuela que con casi 90 años estaba orgullosa de haber logrado que su hija hiciera las cosas, como Dios manda.

Ya ha pasado casi una década desde entonces y son muchas las imágenes del Abuelastro (como le decía con cariño) en mi cabeza. Ya ha pasado más de un mes desde que dejó este mundo, dejando a mi abuela (uno de los seres que más amo) y a toda la familia, con el corazón chiquito.

Como toda la gente que escribe sobre fallecimientos habla bien del difunto, yo he tardado varios semanas para escribir este texto, me dediqué juiciosamente a buscar entre los recovecos de mi mente, un día en el que hubiese visto a Ferdy emputado, malgeniado, triste. Un día en el que como cualquier ser humano se hubiese cabreado, se hubiese molestado, se le viera deprimido. No fue una cuestión de rigurosidad periodística, ni de búsquedas creativas. Les juro que lo intenté, tal vez por soy un curioso y un incrédulo empedernido.

Les juro que me lo propuse, insistí, pero ahora no puedo más: tiro la toalla! Ferdy tenía la capacidad de repartir cariño a todos, de amar a mi abuela de verdad, desde la tolerancia y el respeto. Ferdy tuvo hasta el último día, la capacidad de divertirnos a todos, de no meterse con nadie. Por eso nadie lo llamó Fernando, por eso siempre fue Ferdy.

¿Inútil? Inútil es aquella vida que se pasa sin encontrar respuestas, que pasa sin encontrar sentido. El mayor defecto del Viejo Ferdy era comer sin hacer deporte y meterse sus rones sin arrepentirse. Yo me quedé con el recuerdo de su sonrisa inmensa, sus ojos azules y sus manos gigantes.

Inútil es intentar acostumbrarnos a las despedidas, huir del dolor. El mayor defecto de muchos de nosotros es vivir arrepentidos por lo que no hicimos. El paso de Ferdy por este mundo no fue inútil, nos enseñó algo a todos, repartió cariño como ninguno, se río de las desventuras de la vejes y los achaques del tiempo. No se burló de nadie, excepto de sí mismo, para enseñarnos que la mejor manera de morir, es justo después de pasarse toda la vida sonriendo.

Gladys Yemail, la vida vista desde otra orilla.

Cierro los ojos e intento escribir. Me pierdo, me como las comas, me despisto, me equivoco, no lo logro, entonces los abro, doy las gracias, borro todo, y empiezo de nuevo.

Gladys Yemail llegó a Catalunya hace más de treinta años. Su acento parecía canario pero su origen estaba más lejos. El Caribe colombiano la había dejado partir no sin antes advertirle a punta de atardeceres dorados y música de tambores, que jamás podría escapar del todo.

Cada vez que regresa a su tierra y en especial, en veces como la más reciente, en la que pudo estar de cerca con los proyectos sociales que lidera, ni ella misma puede explicar exactamente lo que siente. Tal vez, lo que experimenta no sea más que un sentimiento de profundo agradecimiento con la vida misma. Y es que desde que se jubiló, luego de toda una vida como profesora de educación física, su voluntad de hacer algo por los demás, se ha convertido en una de las razones fundamentales para levantarse cada día.

Mientras hablamos en un café junto al Mercat, en pleno centro de Sabadell, me explica que hoy no ha podido desayunar. Se levantó temprano, hizo ejercicios, tomó un jugo de naranja y salió a encontrarse conmigo para esta entrevista.

Me explica entonces, que más tarde tendrá que ir a la escuela para hablar con los chicos que harán la presentación del proyecto Planeta Imaginario en la Biblioteca Vapor Badía el próximo 17 de Noviembre, luego, se reunirá con los técnicos y los otros miembros de la entidad que preside. Al final del día, hablará por teléfono con la directora de otra escuela, no sin antes enviar un par de mails: a la coordinadora de las actividades en Colombia y a varios periódicos de la ciudad.

Estas labores, que a muchos de nosotros parecerán tan habituales, cobran especial interés con Gladys enfrente. Mientras me habla, la camarera se acerca con el té hirviendo y un pocillo de leche. Gladys le pregunta dónde ha puesto cada cosa, a lo que la camarera responde de manera displicente: -Pues aquí...- A lo que Gladys responde: Perdone señorita, es que soy ciegay se levanta las gafas dejando muda a la empleada del local, -y a mí, por supuesto-.

Así es Gladys: honesta y contundente, entonces me explica: -“Es que yo estoy haciendo pedagogía todo el tiempo, de esto se trata la diversidad. Me considero ciega desde hace unos 6 años, cuando tomé el bastón... pero nací con retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa de la retina. Así que desde pequeña he visto como se me iba apagando la luz”-

No sé muy bien que decir pero ella se explaya como si nada: -”En mi casa somos 8 hermanos y hoy, ya 4 estamos ciegos. Así que yo sabía que esto sucedería”-

Miradas imaginarias.

La Xarxa Solidaria Sabadell-Colombia es una asociación sin ánimo de lucro que nace en 2004 gracias a la convicción de esta docente ahora jubilada, y de su interés por seguir educando, en medio de sus dificultades de salud.

Todo empezó cuando en uno de sus viajes, Gladys reflexiona sobre el valor que niños y niñas de escuelas públicas de Cartagena de Indias (Col) dan a sus vidas en medio de tantas carencias y dificultades.

Metida en una diminuta aula de clases, a 40 grados centígrados y con 40 adolescentes, entiende que las formas en que estos y estas se relacionan con sus compañeros, con sus profesores y con su entorno, acumulan esa capacidad de asombro, de goce, esa inquietud por aprender, pero sobre todo, esas ganas de progresar que parece por momentos escabullirse en los chicos y chicas catalanas con quienes medio de muchísimas comodidades, durante 28 años, ha estado trabajando.

Gladys piensa entonces en el poder de la comunicación y en la posibilidad de poner a unos y a otros en diálogo. Pero no en un diálogo entre el primer mundo y el tercero, entre el norte y sur, sino en un diálogo horizontal, entre iguales, donde la inocencia de la niñez y la energía de la juventud permitan ampliar a unos y otros la visión del mundo, el valor que le dan a lo material y la forma en que miran y juzgan a los demás.

De este modo, junto con algunos ex-profesores y otros amigos jubilados se forma el Grupo Colombia que es apoyado por la Oficina de promocio de la Pau i dels Drets Humans y la Escola de Cultura de Pau de la UAB. Este grupo entonces entra en colaboración con la Escuela Libertad de Cartagena y reciben apoyo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Cartagena.

Así, poco a poco, lo que empezó como una idea particular se va convirtiendo en una realidad colectiva y por medio de cartas escritas y dibujadas con infinito cariño, chicos y chicas de ambas orillas del océano empiezan a compartir imágenes y experiencias, sus visiones del planeta y su cultura, para encontrar los valores comunes, en medio de la diversidad.

Pocos años más tarde, las cartas entre los niños se volvieron intercambios audiovisuales. El Ajuntament de Sabadell apoyó el proceso a través de subvenciones para la sensibilización y la cooperación internacional, mientras la Biblioteca Vapor Badía concede espacios, como el del próximo 17 a las 19h, para socializar las iniciativas.

Hoy por hoy, los proyectos de la asociación se desarrollan en varias escuelas e incluyen talleres, conferencias y estrategias con internet. Además, se han ido vinculando profesionales de la antropología y la comunicación social, artistas y estudiantes de doctorado que han participado como facilitadores de los distintos momentos del proceso.

Tengo muchas cosas que preguntar sobre este proyecto pero Gladys me propone que mejor asista al evento. Ella es así: franca y directa. Me pregunta la hora y me recuerda su cita dentro de poco, mientras me dice: - “Si algo he aprendido con todo esto, es que la comunicación intercultural y la educación, es una potente herramienta para generar nuevas visiones del mundo-”

Si ella lo dice, yo le creo. A simple vista, Gladys es una mujer serena, tranquila, educadora por vocación, convencida del servicio social. Pero entendemos su valor y ejemplo de superación excepcional cuando recordamos que las caras de los técnicos que trabajan con ella jamás las ha visto ni los verá con sus propios ojos. Los mails los envía gracias al software especial: Jaws. Para el móvil, también utiliza un programa exclusivo y para transportase por la ciudad: un bastón plegable que nunca suelta, una memoria prodigiosa, una gran capacidad de escucha y la buena voluntad de la gente del camino. Gladys pide la cuenta, entrega los billetes exactos después de tocarlos detenidamente y me toma por el brazo para bajar un par de escalones, entonces, por bromear, le pregunto cualquier cosa: -“¿Gladys, qué quieres hacer cuando seas grande?”- Ella responde de inmediato y sin titubear: -”No quiero ser, quiero hacer. Una fundación para ayudar a ciegos de excasos recursos, allá en Cartagena. Ya estamos trabajando, hemos enviado unos bastones y la idea es capacitarlos en informática...”-.


Fonseca, música del Caribe global.

Nota para TribunaLatina.com y Fonseca.net

La mayoría del público asistente a la sala Bikini de Barcelona, no solo era principalmente de nacionalidad colombiana, sino que además no superaban los 30 años. Si se les preguntase a todos, seguramente muchos de los presentes dirían que era un concierto de música vallenata y que el Vallenato, es un ritmo colombiano que se toca con batería, bajo, guitarra eléctrica y acordeón.

Pocos recordarían entonces, que el Vallenato nació en una vasta región enmarcada por el río Magdalena, el mar Caribe y la Sierra nevada de Santa Marta en la Costa Caribe colombiana, hace más de 200 años. Los cantos de vaquería con que los peones de las grandes haciendas acompañaban sus jornadas vespertinas para recoger y encerrar el ganado, fueron la base de lo que más tarde se convertiría en las historias cantadas que derivaron en las canciones vallenatas.

Posiblemente, ninguno de los asistentes al concierto de Fonseca, recordaría que hace apenas 40 años, esta música, -hoy insignia de un país- ni siquiera sonaba en la radio y que inclusive en las ciudades más grandes de la región, era considerada vulgar. La posibilidad de ver un concierto en Bogotá, era por lo menos, remota.

Pero el tiempo pasa rápido y anoche en la famosa sala Bikini de Barcelona, un bogotano de 31 años que ha vendido más de medio millón de copias y ha recorrido toda América con sus giras, cantaba vallenato con sabor a pop, a merengue, a launge, a balada, a reggae, a Rock. Fonseca es un tipo alegre y sencillo que con un par de discos ha ganado premios Grammys, Billboards, MTV Latinos y que grabó su primer CD entre Valledupar, Bogotá y Miami. Fonseca es parte de esa nueva generación de colombianos que reconstruye su identidad en relación con el mundo. Este joven, es parte de esa Colombia llena de talento, orgullo y alegría, que a pesar de sus múltiples tragedias y contradicciones, tiene otras historias para contarle, al resto del planeta.

Vuelve y juega!

Vuelve y juega, volvió a suceder, me volví a olvidar del cumpleaños de mi blog. 

En Agosto este espacio volvió a cumplir años, ya son 3, ya van 159 entradas... y han faltado tantas últimamente, que no se si tenga mucho sentido celebrarlo. 

Este 2009 podría ser el año de las ausencias. Tal vez no he estado tan aburrido y he logrado escabullirme por otras líneas por otros recovecos, tal vez el desahogo ha venido por otras partes o tal vez, simplemente, este espejo de mis miserias,carencias, vergüenzas, ilusiones y miedos, me ha empezado a asustar en serio.

No me preocupa que mis padres, mi novia o mis amigos se enteren de quien soy, me da miedo que yo me entere, que yo me encuentre, que por fin haya construido un espejo y por tanto un monstruo. Como diría el filósofo Dolcey Gutiérrez, Uyyyy, que miedo!

Por otro lado, hay un compromiso intrínseco, una fuerza inexplicable que me obliga a no soltar el acelerador hasta que la gasolina se acabe, o el dinero para ponerle más, se termine de agotar. 

Gracias a los que han continuado pasando por aquí, espero que yo siga, pasando mas que ustedes. 

Forward

Si no es divertido, si no te hace feliz, si no puedes hacerlo aunque no te ganaras un céntimo, ese trabajo no es para tí. Es mentira que debemos amar lo que hacemos. Eso es para los resignados. La verdad es que debemos hacer lo que amamos. Ese es el camino del Corazón.

Independence Day

El 20 de Julio de 1810 se efectuó en Santa Fe el Grito de Independencia, por eso el pueblo colombiano está celebrando por estos días, el Bicentenario. La fiesta se espera por todo lo alto. En Barranquilla, se ha confirmado que Petrona Martínez le devolverá al Joe Arroyo, el homenaje que este le hiciera alguna vez, cuando cantando sus canciones, vendió cientos de miles de discos y muy cerca de ahí, en el municipio de Malambo, se presume que el fantasma de Michael Jackson volverá a aparecer, esta vez cantando el himno nacional en inglés.

En el panorama internacional, el odontólogo y cantante vallenato Peter Manjares cantará junto a Alfredo Gutiérrez en la Plaza Mayor de Madrid, y los norteamericanos han tenido la gentileza de regalarle al pueblo colombiano, tres bases militares y el mantenimiento durante 10 años de 800 empleados del departamento de Defensa estadounidense y 600 contratistas militares en distintas zonas del país.

Por su parte, el gobierno del Presidente Uribe, reiteró que el 20 de Julio presentará al Congreso de la República el nuevo impuesto de guerra que deberán pagar 17.200 contribuyentes, con el objetivo de recaudar 1.24 billones de pesos.

Apuntando

Roberto: -”Mira yo llevo tres años aquí, me he gastado casi 10 mil euros renovando el NIE como estudiante. He trabajado repartiendo flyers, administrando un locutorio, editando videos, preparando  hamburguesas. He encontrado 5 o 6 trabajos en mi profesión pero nadie me quiere hacer el famoso contrato.”-

Isabela: -“Yo me casé con un español, fue un infierno, pero ya estoy saliendo de eso.”-

Pedro: Yo me devuelvo, no aguanto mas. Lo he dicho varias veces pero ahora es en serio, llevo 5 años sin lograr los papeles de trabajo. No puedo seguir matriculándome en cursos que no sirven para nada.

Natasha: A mi me encnata Barcelona, así me quede ilegal, no me devuelvo. Nadie entiende lo que es vivir en mi país. - Martì, y tu de donde eres, qué haces aquí?


Martì miraba lejos. El horizonte no se notaba, la noche se tragaba el mar frente a él. Llegó a esa reunión por casualidad, gracias al amigo de una amiga de su primo. Acababa de llegar de Andalucía. Su trabajo allá se concentraba en la frontera: pateras y narcóticos, al emnos eso decían sus superiores. En Barcelona no tenía mas que a su primo. Martì no quería responder la verdad, no quería explicar que su trabajo consistía en detener posibles inmigrantes en la calle, pedirles papeles y si no los tenían, llevarlos a los centros de reclusión de indocumentados para tramitar su deportación. -“Soy camarero”- afirmó.


Verónica: Yo también soy camarera, me gano 1000 euros hace 4 años y medio. Como trabajo en negro, me tengo que dar por bien servida, logro enviar 500 euros a mi madre en mi país, que esta realmente muy mal, intentando sacar adelante a mi hermanito.


Martì se enamoró de Verónica esa misma noche. No fue pesar, ni lástima. No lo hizo para remediar su culpa ni vio en ella sexo fácil. Verónica tenía unas piernas hermosas y bailaba samba como las diosas. A Martì nunca le enseñaron a mover sus caderas, la música del Caribe jamás la escuchó, confundía Puerto Rico con Costa Rica mientras cantaba canciones de Metálica sin saber hablar inglés. Aprendió a disparar desde hacía cinco años y esa noche lo intentó de muchas formas, pero a Verónica nunca pudo darle, en el corazón.

La revancha del loco

Mientras almorzaba entró el primero, el segundo, el tercero, el cuarto, el quinto y el sexto. En los 40 minutos que tardé comiendo frente al televisor, el equipo alevín del Fútbol Club Barcelona -niños entre los 12 y 14 años- destrozaron las redes y la moral, del Real Valladolid. Al final del encuentro, mientras el arquero del Valladolid lucía irreparablemente consternado, la estrella del Barça, un niño camerunés con piernas de pantera, pulmodes de acero y 1,75 de alto daba unas declaraciones tan sensatas como convencionales en un castellano perfectamente pronunciado. Miré los espaguetis que me comía con la convicción de que en el 2019 este niño tendría 10 veces el dinero que hoy hay en mi cuenta además de mucha disciplina y pocas travesuras. Seguramente muchos logros, pocas derrotas, ninguna cana y una historia que contar: como siempre, la historia que se impone, la de los ganadores.


José René Higuita Zapata, alias el El Loco nació en Medellín el 28 de Agosto de 1966 y cuando pudo convertirse en un gran sicario, decidió intentar ser el mejor portero del mundo. Llegó al noveno puesto, marcó mas de 40 goles y le dio al fútbol colombiano la primera Copa Libertadores de América. Sus piruetas en las canchas del mundo, por fuera del area delimitada, no figuran en las estadísticas de la FIFA, pero si en la memoria de los niños de mi generación. Quienes jugábamos sin árbitros ni táctica, parando el partido cada vez que un carro pasaba por el medio de la cancha, delimitada por cuatro piedras que formaban dos arcos en la mitad de la calle.


En 1991 El Loco viajó a España para jugar con el Valladolid pero no tuvo suerte y abandonó el equipo a mitad de temporada. Como broma del día de los inocentes, en diciembre de 2008 se publicó en un diario vallisoletano que Higuita se desempeñaría como entrenador de arqueros en ese club. Media ciudad tembló, la otra media se burló, yo estoy convencido que si hubiese sido cierto, la cara de este arquerito del Valladolid que hoy la tele trasmite con tanto morbo, no tendría el mismo aspecto. No me extraña que su equipo hubiese recibido la misma cantidad de goles, -al fin y al cabo se enfrentaban a chicos mucho mas fuertes- pero estoy convencido que él se habría levantado sonriente y confiado, se habría quitado los guantes como tantas veces se los quitó Higuita, para volvérselos a poner sin pensar en el dinero, retando a todos, pidiendo revancha para hacer del deporte un juego y del juego, su pasión.



No es cribo

Las excusas pueden ser infintas, la vergüenza es una sola. El compromiso conmigo mismo, la culpa solo mía. Tiendo a justificarme, como todos, tiendo a ignorar que me afecta, pero siempre logro perdonarme. Escribir fue (¿es?) una necesidad vital, por momentos el mejor aliado para el despecho, la desidia, el aburrimiento. Muchas veces escribir ha sido un antítido, una válbula de escape, una posibilidad, otras veces simplemente, el plan mas barato de la noche. En contadas ocasiones, escribir ha sido motivo de orgullo y reconocimiento. Las palabras de aliento y los comentarios favorables de amigos y familiares nunca son suficientes, aunque el maldito ego, siempre los agradece. Sentirme contento con lo que escribo es un problema complicado de solucionar. No se si queiro ser escritor, no logro ser una prendiz decidido, convencio. No leo lo suficiente (¿será que alguien lo hará?) en cualquier caso, leo muy poco a los grandes maestros. Tampoco tengo demasiado claro quiénes son y quiénes pueden llegar a serlo. Mis viajes en metro los acompañan libros de bolsillo -los mas baratos del FNAC- casi siempre de un escritor latinoamericano que no ha logrado ser maestro de nadie. A veces y lo que es peor, demasiadas veces, se me resbalan errores ortográficos y como si fuera poco, mi entendimiento sobre lenguas diferentes a la materna es lamentable. ¿Que para qué escribo? Me gustaba decir que para masacrar fantasmas y homenajear procesos, pero sospecho mentiras otra vez en mi enunciado y en todo este texto. Tal vez escribo para mentir sin cuestionármelo. Tal vez escribo, simplemente para huir, sobre todo, de mi, en esos momentos, durante este pequeño instante, que se acaba de esfumar.

Venecia, Roma y la madre naturaleza

El martes 31 de Marzo amaneció lloviendo en Barcelona. Al medio día la lluvia era intensa, igual que en la tarde y durante toda la noche, mi mal genio subía mientras las gotas caían y la previsión del tiempo era contundente: “aguacero los próximos días en gran parte de Europa”


El miércoles 1 de Abril también amaneció lloviendo en Barcelona. Pero la Esperanza me regaló una sonrisa y con ella subí al bus que nos llevaría al la terminal C del Aeropuerto del Prat.


Una vez pasado el incómodo momento de explicar que somos colombianos pero estudiantes legales en territorio español y de comer un desayuno bastante catalán, es decir: feo y caro, subimos al avión. Ya en el aire había que decir cualquier cosa: -”Las aerolíneas y los hoteles deberían cobrar la mitad de sus tarifas los días de lluvia”- fue lo primero que se me ocurrió. Al pensar en Venecia, me imaginaba el Barrio Abajo de Barranquilla, no tanto por las casas de colores y las sonrisas de los vecinos, sino por los arroyos tan hijueputas que se forman cada vez que llueve en mi ciudad natal. Derepente, sin explicación, sin permiso y sin ninguna vergüenza, un resplandeciente sol gigante inundó de luz y calor la aeronave como escupiendo la verdad: -”aquí mando yo, a la mierda los pronósticos, la naturaleza decide: este es el juego”

 

La perfecta sonrisa de Esperanza rebotó la luz e iluminó el horizonte hasta que abajo nos encontramos con un hermoso y sorprendente archipiélago en el que resaltaban cúpulas,  canales, crucifijos y barcos de todos los tamaños.


Venecia empieza curiosamente, en la Plaza de Roma, hasta ahí nos llevó el autobus y fue ahí donde compramos los tiquetes para el Vaporetto, algo así, como el metro de Venecia. Una pequeña embarcación donde caben unas 50 personas y que se detiene cada 2 minutos en estaciones sobre la orilla del canal mas importante, el cual atravieza toda la isla. Desde ahí esta ciudad es a lo menos, surreal por tanto no pretendo describir lo que las imágenes explican tan claramente.


Lo primero que hicimos una vez en las calles de Venecia fueron dos cosas: primero maravillarnos y luego perdernos. ¿y a quién le importa perderse en Venecia con la mujer que ama? 

-”Mira la dirección... -dirección, cuál dirección... la de la calle... callé? cuál calle?”- 


En venecia cada tres casas hay una calle, un canal y un puente tan grande como el Puente de Boyacá. Venecia es un laberinto delicioso, un cuento de hadas que en verano huele a mierda y que en invierno no se puede transitar. Un lugar que se hunde en centímetro cada año pero se niega a desaparecer. Una ciudad que se puede caminar en un día y recordar por siempre. Un espacio maravilloso que te regala un día perfecto, solo cuando lo deseas con el alma.


Con la maleta al hombro y sin encontrar el hotel, entramos al primer sitio que nos cruzamos para preguntar por la llegada a nuestro destino. Ahí, un tipo con cara de cachaco nos indicó el camino y nos dijo que la isla era muy pequeña, que solo vivía del turismo y que aunque toda su vida la había pasado en Bogotá, ya estaba mamado, del clima de Venecia.


Llegamos a una casa vieja de puerta pequeña que en efecto se parecía mas a una casa del Barrio Abajo que de la archifamosa ciudad italiana, pero cuando tocamos el timbre, llegó del hotel de enfrente un joven con una sonrisa ancha y un traje de botones. Revisó nuestros nombres y nos dio las llaves.


El sol había bajado su intensidad pero seguía habiendo un bonito día así que disfrutamos de las calles diminutas, de las fachadas de casas preciosamente inhabitadas. Ahí estaba la ciudad de las películas, la de los idilios, la del romanticismo, la de las plazas, las placitas, las iglesias y las góndolas. Ahí estaba toda la pasta italiana y a mi lado su piel canela, sus ojos miel. Ahí estaba mi cursilería y su melosería, ahí estaba Venecia idiotizándonos, hechizándonos, porque enamorarnos mas, ya le quedaba dificil. Ahí estaba una ciudad sin Central Park, sin Torre Eiffiel, sin rascacielos ni avenidas, una ciudad sin metro, sin discotecas y sin Broadway. Una ciudad para no quedarse a vivir, para no volver a visitar. Una ciudad fantástica para guardar por siempre, en la memoria del alma.   


Un atardecer en la Plaza Marco Polo no es gratis, un paseo en góndola no vale 60 euros, una foto y su mano en el puerto no se pueden comprar ni vender, no son canjeables, no hay forma de valorarlos en terminos materiales. Tampoco existen en una dimensión espacial o temporal, solo existen en Venecia, en la ciudad del hasta siempre.  


El vuelo a Roma era a las 8:00am y para llegar a tiempo al aeropuerto había que estar tres horas antes en la Plaza a la que llegamos. Para estar a las 5:00am ahí, había que salir a tomar el Vaporeto a las 4:00am, pero resulta, pasa y acontece que a esa hora no había Vaporeto, osea que tocaba a las 3:45am, caminar por las oscuras, solitarias y desconocidas calles de Venecia para poder llegar con la ayuda de un mapa, mucha intuición y todos los santos posibles al lugar indicado. A las 3:00am nos despertamos muy juiciosos y comprometidos con el itinerario. Entonces, en ese preciso momento, la naturaleza hizo acto de presencia con un refrescante aguacero que para mi parecía una terrible lluvia ácida. 

Así, despues de dudas, rabias y esa frustación que surje mientras te llenas de trapos y te cubres hasta el culo, sabiendo que igual te vas a mojar, salimos del Hotel con el mapa en la mano y la Esperanza intacta.


Tal como estaba presupuestado, a las 9:00am llegamos a Roma y Sabrina pasó por nosotros para decirnos que en su casa no tendríamos que preocuparnos por nada. Pasear por Roma resultó un poco mas fácil pues ya la conocía, aunque esta vez pasear por Roma era disfrutar de sus letras, sus encantos, de su A-M-O-R. Los días de Roma estuvieron llenos de aire fresco, de tranquilidad y caricias. De paseos sin el sol sofocante de la primera vez, sin la cerveza repetitiva y sin la emoción de lo desconocido. La Roma de esta vez era mas terrenal, mas rápida pero mas real. Una ciudad de semáforos dañados, de conflictos sociales, de difcicultades y trancones. En las noches fuimos un bar y a un concierto con Sabrina y sus amigas. Ahí estaba la Roma cotidiana, la que odia al Papa, ama el Reggae y disfruta el Swing, la Roma bisexual, la Roma intercultural, la Roma pija y la Roma pobre. La Roma monótona, la Roma de noches solitarias, decadentes y poco iluminadas. La  Roma que odia a Berlusconi y la Roma inmigrante, rasta, rebelde, hipócrita y temerosa.


De Roma nos despedimos otra vez, antes del amanecer para regresar a Venecia, a nuestra Venecia, la de la Esperanza, la de la ilusión, la mentirosa, la juguetona, la hermosa, la costosa, la inolvidable. Así, entre el sueño acumulado y los trayectos en barco, coche, avión y tren todo se hizo mas rápido, mas mágico y justo cuando nos veníamos, empezaron a caer las primeras gotas de lluvia, como si el planeta nos hablara al oído: -“esta vez quise colaborarles, quise ayudarlos, pero en una próxima... nos vemos”-


Esa noche dormí en mi casa, en mi Barcelona, esta ciudad que es cada vez más mía, extrañamente mía, apasionadamente mía. Esa noche dormí como un bebé mientras Roma y toda Italia era sacudida por un terremoto. El planeta tenía razón: -”aquí manda él, a la mierda los pronósticos, la naturaleza decide: este es el juego.”- 


Cuando escribo este post, una semana despues, la tierra no ha dejado de moverse y 290 personas han perdido la vida muy cerca del lugar donde yo pasé, inolvidables días.

Feeling

Existe una vaina difícil de explicar, un sentimiento, un recuerdo, una añoranza compuesta por una sonrisa y un pesar, por una alegría y un dolor. Existe un vacile efectivo, que parece platanero, pero que una vez mas comprobé, que es planetario! 

¿Qué es lo que tiene? el Carnaval de Curramba

Esta vez hacía frío y no había Maicena, el televisor no mostraba Telecaribe y la radio ni siquiera estaba prendida. De las casas vecinas tampoco brotaba ninguna escandalosa canción y Odila no estaba sirviendo el sancocho, sin embargo, este sábado de Carnaval, como tantos otros, como todos los demás, mi cuerpo escondía los restos de la marimonda de la noche anterior para dar espacio a una nueva batalla de sonrisas, de nostalgias, de alegrías, de rabias, de rumba, de ron, de fiesta, de flores y de amor. 


Este sábado no caminé por las calles arenosas de siempre ni tomé un zapatico amarillo de esos que llaman taxis. De blanco impecable y mochila al hombro, me subí al metro en Sants Estació para hacer transbordo en La Sagrada Familia y tomar la línea lila hasta La Pau, todo bajo la mirada implacable de ciudadanos del mundo que se preguntaban por el material del zombrero que me cubría la cabeza. Caminé un par de calles y sentí una vez más ese aire frío y seco que me recuerda que sigo habitando una urbe confortable que no me pertenece, cuando depronto, como espejismos, un par de garabatos se atravesaron, indicándome el camino al inicio del desfile.


Un corresponsal del Telecaribe nos esperaba. Resulta que aquel canal que se sintonizaba en el 7 y que tantos menospreciaban por su supuesta falta de calidad, ahora era la ventana a la que todos querían asomarse. Como si por medio de ese artefacto de un solo ojo pudieran ver algo de lo que pasaba al otro lado del océano. Allí estaban todos, a 7 grados de temperatura, sonriendo inocentes, extasiados, embobados, sumergidos en el más profundo derroche de nostalgia e impotencia, recubiertos de una alegría inexplicable. Ahí estaba yo, mirándolos con cierta prudencia, intentando reflexionar sobre lo ireflexionable para luego dejarme caer sin titubear, al abismo del vacile planetario.


Cuando todo el grupo formó en medio de la Rambla Guipuscoa, entendí que no estaba junto a unos cuantos locos, reconocí que los apasionados por esta vaina somos muchos y que los adjetivos se repiten, las razones sobran y las excusas no valen frente a la sonrisa de tanto currambero suelto por el mundo. Es entonces cuando la cumbia, el fandango y el mapalé hace de las suyas dejando a las explicaciones sociológicas y las teorías culturalistas, carentes de todo sentido para poner a catalanes, suizos, franceses, ecuatorianos y cachacos a mover el esqueleto. 

Segundos después, el desfile arranca precedido por la Reina mas hermosa de todos los tiempos, con el objetivo de que los de aquí, se detengan a admirar a los de allá, para preguntarse en silencio donde habría estado el error, para merecer tan triste suerte!


Unos 45 minutos después de iniciado el recorrido, llegamos al punto donde el jurado del desfile tendría que mirarnos con calma, para elegir entre nosotros y los muchísimos otros grupos folclóricos participantes de la Rua del Carnaval a los ganadores de los 3 mil euros que da el certamen.


Seguramente, ningún miembro de aquel jurado entendería horas mas tarde en la fiesta organizada en la discoteca, la desbordante alegría que emanaba de aquellos concursantes que sin saber si perdieron o ganaron, se habían multiplicado como conejos, para saltar cantando: “Oh le le! Oh la la, Junior tu papá, los demás valen mondá!”

Échale semilla a la maraca pa que suene, Cheo Feliciano en Barcelona

La idea era entrevistarlo el sábado, pero acababa de llegar cansado y un poco resfriado de París. La opción entonces era conversar el domingo, horas antes del concierto, pero a última hora, los organizadores explicaron que necesitaba descansar, pues su garganta se había resentido con el frío de la capital francesa.


Queríamos preguntarle que percepción tenía de los nuevos grupos y si creía que sería posible volver a ver una generación como la suya,  donde junto a Héctor, Celia, Tito, Ismael, Santana, Rubén y los demás, se popularizó esta música que desde entonces llaman Salsa y que medio siglo después, mueve cuerpos en los cinco continentes.


Queríamos preguntarle sobre su paso por las drogas con la exclusiva intención de que pudiera darle un consejo a la juventud hispanoparlante, queríamos que nos comentara su visión sobre la inmigración latina en Europa y ver de qué manera sería comparable con la que él mismo vivió en los 50's de Nueva York. Queríamos preguntarle por la esquina, la calle, la cuadra y en general, de lo urbano como motivo de inspiración, en una sociedad que hoy se encuentra más en los chats y los mails, que en la plaza del barrio. Queríamos preguntarle finalmente, en esa entrevista no consumada, por aquella frase que tantos hemos coreado y por aquel instrumento creado por los indios Taínos de su natal Puerto Rico, y que ha logrado con su ritmo, darle identidad a la música latina.


El domingo a las 10pm el Casino la Aliança de Poble Nou le dio la bienvenida, y el maestro Cheo Feliciano entró como un huracán respondiendo a esas y otras cuestiones.


Explicó con su talento y con su voz, que aquellas glorias del son, la guaracha y el guaguancó serán únicos y vivirán por siempre no solo en el recuerdo de las generaciones actuales, sino también en los experimentos y libros de texto, de las venideras. Con repetidas referencias al compositor Catalino Curet Alonso, a Tito Rodriguez, al Sexteto de Joe Cuba y a sus viejos amigos de La Fania, Cheo dio a entender que el éxito tiene mucho que ver con el reconocimiento del talento de los demás y para los presentes, algunos de ellos, músicos jóvenes de lo que llaman la nueva salsa brava, seguramente quedó claro a dónde hay que apuntar. 


Para este instante, ya no era necesaria la entrevista planificada, verlo en el escenario bailar, cantar y sonreír a los 74 años esperamos sea razón suficiente para que los jóvenes conozcan su historia y aprendan de su valentía. Escuchar las letras de Anacaona, Amada mía, Así soy, Esto es el guaguancó, Juan Albañil, Mentira, Naborí, Salí porque salí, Si por mi llueve y todas las demás...  significó comprender que la inspiración no viene solo de las enredaderas del barrio o la internet, sino sobretodo, de las del corazón. 


Finalmente, a las 12 de la noche, cuando parecía que todo estaba dicho, Cheo confió el coro de su canción mas preciada al público para que todos comprendiéramos al son de la clave, que echarle semilla a la maraca es echarle ganas a la vida, es sembrar buena energía para enfrentarse a lo que viene, es ponerle sentimiento a los días para encontrarnos con ese bello sonido, que todos llevamos dentro.


¡chacu-cha cuchucu-cha cucha!