Quien lo vive es quien lo goza

Si hace 500 años forasteros muy distintos a ellos hubiesen venido a comerse sus mujeres, a llevarse sus riquezas y a imponer mierdas tan complejas como la religión… tal vez los entenderia mejor.
Si tuvieran 3 o 4 millones de desplazados, más de la mitad del país sumado en la pobreza, una deuda externa impagable y toda una vida construida sobre la mentira, la codicia y la violencia, tal vez los comprendería mejor.
Entiendo que por aquí pasaron bárbaros hace muchos años, entiendo que este siglo aun les pesa con el recuerdo de un dictador y comprendo perfectamente, lo que les dolió el totazo de hace tres años en el corazón, en su Atocha. No obstante, nada les da derecho a tener cara de culo y a responder como un culo… tantas veces a la semana.

Tal vez fue por esta razón que ese viernes quise ir al reencuentro con la tierra del olvido, esa que siempre esta dispuesta a sonreír. Nadie entendería que hacia yo bailando con tres mujeres que me duplicaban la edad, nadie entendía que yo bailaba conmigo, con la conga, el bongo y el acordeón. Yo bailaba para no perderme entre las caras largas y agotadas, yo bailaba para encontrarme con alguien como ella, seguramente por eso apareció.

Pocos entenderán también, lo que los dos entendimos muy rápido, una misma manera de movernos, una sola forma de mirarnos, de preguntarnos, respondernos y desnudarnos sin necesidad de la palabra.
El Joe sonó las canciones de hace 10 años, las de siempre, con las que ella y yo aprendimos a bailar sin saber que existíamos, solo para ahora, poder reconocernos. Nuestros movimientos eran tan desordenados y hermosos como una ciudad que vive más de un mes de fiesta, que le da la espalda al río, que tiene mucho estadio y poca hinchada, que deja morir su pasado y que se jura el mejor vividero del mundo mientras le prefabrican el futuro.

Sintonizados en un mismo lenguaje, una misma forma de funcionar, el lenguaje de las palabras que decíamos pero también el de las que pensábamos y en ese momento escuchábamos. Sabíamos que bailar era abrazarnos y abrazarnos era perdernos, atraparnos en esa idea de felicidad. Una idea tan embustera que solo un barranquillero entendería. Mezcla de sudor y de vidas, de caminos transitados en búsquedas similares, de partidas con la idea de volver, de decepciones y añoranzas.
Hay noches que no deberían acabar, me consta que hicimos nuestro mejor esfuerzo y reconozco que Barcelona nos ayudo, pero finalmente, a las 8 de la mañana, como quien no quiere la cosa… el sol apareció. “Espero que el Joe no se muera por ahora”- me dijo, y yo me fui a mi casa con su teléfono apuntado y la certeza, de que no morirá jamás.


















Un paseillo. (y las fotos en desorden...)










La última vez que nos vimos fue en su casa, la vi salir rumbo al trabajo una mañana típicamente bogotana que se puso mas fría cuando cerro la puerta sin despedirse y yo entendí que bebía tomar un bus de 20 horas para llegar a casa.
Habian pasado no mas de tres meses y ahora Rocío y yo nos encontrábamos en el famoso Café Zurich de Plaza Catalunya, luego del abrazo y los dos besos españoles, fuimos a un lugar donde las cervezas se acomodaran mejor a nuestro presupuesto, me contó los planes que tenia para los próximos días con su amiga barranquillera y a la mañana siguiente nos encontrábamos tomando el tren rumbo a Figueres.

Entre risas, mentiras, sustos y olores europeos llegamos al pueblo donde el gran atractivo es el museo de Dalí. Dibujos, pinturas y esculturas me recordaron la grandeza de la locura.
Un rato mas tarde casi a las 5pm almorzamos pastas precongeladas y buscamos el autobús que nos llevaría a Cadaquez.

Muy cerca de la frontera con Francia queda un pueblo de unos 5 mil habitantes como mucho. Los abuelos deambulan por el día y los perros por la noche. Los hoteles duermen con las puertas abiertas, pero todo el comercio cierra a las 10pm. Teniendo en cuenta que oscureció a las 8, entenderán que no hay mucha vida nocturna, al menos no en el otoño. La comida fue una bocata de butifarra y una cerveza, el desayuno del día siguiente a las 12 del medio día, fue una nueva bocata y dos jugos de naranja. Solo el desayuno fueron 8 euros y una bocata es un pan francés con algún tipo de embutido adentro, al butifarra es un especie de chorizo nada parecido a la soledena.

Visitamos la casa donde nació Dalí y entendimos que alguien como el no podía haber nacido en un lugar distinto. Caráquez parece un cuadro, una escultura, la influencia del pueblo en su obra es evidente, llegar ahí luego del museo, permite entender que la genialidad también esta basada en eso que todos llaman realidad.

Nunca averiguamos a que hora salía el último bus, así que no nos quedo otra que pararnos como tres putas en la carretera a pedir chance. Llevábamos media hora riéndonos cuando un tipo calvo, con un chico joven a su lado se detiene, nos pregunta si nos sirve Girona y nos subimos de inmediato.

Conocí entonces el primer Catalán realmente independentista cuando dije que había llegado hace un mes a España y el me explico que no me encontraba en España si no en Cataluña. Por mi mente confusa pasaron la fila en la embajada en Bogota y todas las veces que entre a su pagina Web. –“Nosotros siempre hemos tenido nuestra cultura, nuestras leyes, nuestro idioma, nuesta gente es muy distinta, lo que pasa es que como siempre… los políticos hacen lo que les da la gana.’- Con un poco de vergüenza por mi ignorancia sobre el País Vasco, el reino de Galicia, Asturias y Cataluña, le pregunte sobre Colombia y me dijo que conocía la historia de Pablo Escobar, de los izquierdistas extremos y de los eternos dictadores colombianos. Un minuto después estábamos hablando de Estados Unidos y todo resulto más fácil.

Llegue a casa con 80 euros menos pero la firme intención de seguir viajando.

A la tierra que fueres...



Haced lo que vieres...

Que viva el castellano.


No es que no se pueda vivir en otro idioma, solo que les hacen falta algunas palabras para ser feliz.

Barcelona me tienes tragao, aunque aun no te amo.



Barcelona es una mujer encantadora, como la mayoría de las de su especie.
Mujer vieja, joven, niña, mujer sucia, mujer limpia, sus venas la atraviesan trenes repletos glóbulos cansados pero llenos de sueños, de alegrías, deseos y malos olores. Glóbulos rojos, blancos, negros, amarillos, latinos y arabes.
Mujer seductora, casi suicida, te puede atrapar, deslumbrar, llevarte a la altura infinita, desde donde se pueden ver castillos, puertos, aviones y el mar mediterráneo. Sus dos tetas inmensas, paradas, Montjuic y Tibidavo. Su vibrador siempre listo, ratifica que no necesita de nadie, por eso también tiene su propia lengua, su propia identidad, por eso no se parece a ninguna, por la posibilidad de hablar en su propio idioma y en el de los otros.

Barce es de esas mujeres que provoca recorrerlas, de esas mujeres inagotables, irrepetibles. Que te muestra algo nuevo en cada esquina.
La visitan hombres, mujeres, gays, lesbianas y travestís de los cinco continentes. Barcelona tiene la madurez de la experiencia y la visión de futuro que quisiera el mundo.
Barce también es de esas mujeres con callejones sin salida, manipuladoras, tan irreverentes como egocéntricas. Tan fría como caliente.

Barce tiene para los hombres todo lo que ellos aman, cervezas, sexo y el mejor equipo de fútbol del mundo.
Barcelona nunca deja de ser ella, de ser mujer, de ser equilibrio entre mar y montanas, entre lo gótico, lo neo-hippie y lo postmoderno. Barcelona te embruja, se te mete el pecho y te pone a correr a su velocidad, a vivir a su ritmo. Un ritmo en el que los ancianos tienen su espacio para el descanso, para sacar a pasear la soledad a un parque un ritmo en el que los niños pueden aprender varios idiomas, fumar porros ser felices.














No quiero escribir ni pensar en cuanto de esto nos pertenece a los latinoamericanos. Ni siquiera quiero pensar sobre mi raza. Algunos barranquilleros dicen que parezco cachaco, a los cachacos les queda absolutamente claro que soy costeño, mi abuelo es de Sambrano pero el apellido es Judío y siempre he despotricado de los blancos invasores mientras no encuentro en mi apariencia rasgos indios ni negros.

Te deje Madrid

Los primeros dias no sabia exactamente en donde me encontraba, en cambio ahora tampoco, parecen inagotables las posibilidades, parece en otra dimensión el tiempo, parece que el pasado se fotografiara en blanco y negro y se clavara en el corcho de mi cerebro, de mi alma.

Conocí Segovia, un pueblo al que le pasaron por encima Romanos, Turcos y no se cuantas civilizaciones y ahí esta imponente, limpio, para contar la historia. Ahí probé las judeas, y me comí un entrecot. Ávila por su parte, esta encerrada entre una fortaleza imponente recordando lo que hubo, recordando que el que olvida su historia no podrá construir futuro.
El paseo termino en el Santiago Bernaveu, lugar donde han estado, o en su defecto han querido estar, los mejores futbolistas del planeta. Llaveros, bolígrafos, botones, individuales, vajillas, portarretratos, toallas y miles de chismes además de las camisetas con el símbolo del real o las caras de sus figuras nos recuerdan que el fútbol internacional paso hace rato de ser deporte a ser negocio.

Madrid te me metiste entre los huesos, tu noche eterna, tus carros de lujo y tu rumba en la calle. Con Tagle hable del país que tenemos o mejor, el que nos queda, también hablamos del que no tenemos. Pensé en los niños con hambre de mi ciudad mientras me tomaba un wiskey de doce euros que a mi me salio gratis, gracias a que mi ex vecino conocia al man que atendía la barra. 120 euros por una noche de trabajo sirviendo tragos en la mitad de la calle.
En la fiesta había españoles de todos los colores, tamaños y preferencias sexuales, la multitud era tan asfixiante que me sentí en Santo Tomas, en plenos Carnavales con el Llogry, Jheaneth, Leo Castillo, la Morocha y Meli. Si no fuese porque no había un solo letrero de Águila, y porque no teníamos VIP gracias al Gordo Serje y porque el que tocaba no era Checo si no un grupo de Rock en español, hubiese jurado que estaba en el Atlántico. Luego una discoteca y luego otra, dos españolas y la noche termino de día. A Neysa, mi prima, le toco recogerme en el Ayuntamiento (alcaldía) de Alcovendas, ciudad adelaña a la capital de España, pues el bus nunca paro donde ella misma me indico.