Ahora lo entiendo mejor...

Del caribe aflora
Bella, encantadora
Con mar y rio
Una gran sociedad

Barranquilla hermosa
Yo te canto ahora
Con gratitud y amor
del cantor al pueblo que adora
A la nobleza y sentir
De su gente acojedora
A MI PATRIA CHIQUITA QUE ME APOYÓ

blablabla blebleble blobloblo
blablabla blebleble blobloblo

...coje mi resolución
Que lo sepa todo el mundo
que en Barranquilla me quedo

blablabla blebleble blobloblo
blablabla blebleble blobloblo

En Barranquilla me quedo
en tierra firme me quedo
puerta de oro y de la salsa
PAN ME DIO QUE YO LE PEGO
Y SI A MI ME MENTEN PRESO
BARRANQUILLA A MI ME SACA... tu ves?
En Barranquilla me quedo
me quedo a gozar
EN BARAQUILLA ME QUEDO SABROSO Y NA MAS...

De España a Portugal


A veces uno se enloquece y entonces cree que todo el planeta debe enloquecerse con uno, a veces uno se cuadricula y entonces cree que todas las fotos deben quedar del mismo tamaño y que todo el mundo debería opinar, y no!

Un blogg al igual que la vida, debe estar tan equilibrado que le permita espacio al desequilibrio... por eso al viaje que publico a continuacion le faltan fotos, le sobra y le faltan historias, cosas que me guardo y cosas que se me olvidaron, imagenes en el orden equivocado y en el tamaño no deseado, pero como la vida misma, el orden de los factores...

exactamente, no eras tan malo en matemáticas despues de todo!

Día uno


Francesca llego con una maleta en la espalda que triplicaba el tamaño de la mía. ¿Que vamos a hacer? Así son las mujeres en Colombia, Italia y el resto del planeta.
Quince minutos después tomaríamos el primer transporte, un tren directo al sitio donde nos subiríamos al segundo, un avión de sillas chicas, donde nada de comer esta incluido ni cuesta menos de 4 euros.

El camino que emprendíamos era el famoso Camino a Santiago de Compostela, que aunque nada tenia que ver con el increíble esfuerzo que miles de peregrinos de todo el mundo hacen desde distintas partes de España, Francia, Italia o Alemania, si seria para mí, una experiencia maravillosa.

Un bus era el tercer transporte que tomábamos y acompañados de un par de gigantes cervezas servidas en vasos plásticos de Coca Cola, llegamos en la tarde al centro de la mítica ciudad.

Después de dejar las cosas en un Hostal donde nos atendió una señora más buena gente que sorda y de probar degustaciones de la famosa Torta de Santiago en dos sitios exactamente igual de caros, caminamos hasta la famosa Catedral. Luego de conocer al encapuchado Jazzman y su amigo cubano, entramos a la sorprenderte iglesia.
Cuenta la leyenda cristiana que en esas tierras gallegas fue a morir Santiago, el apóstol de Jesús y sobre su tumba se puso la primera piedra. Causa admiración pensar la fortaleza del hombre cuando tiene fe o cuando tiene hambre y le pagan por construir algo, causa admiración como a pesar de todo, se pueden organizar proyectos como la iglesia, tal vez, se me ocurre a mi, la organización humana mas antigua de la historia… algo de mágico debe haber, no? – la magia del billete dirían algunos...
Francesca empezó a conocer sus particulares personajes y luego de comerme una hamburguesa de quince centímetros de diámetro, nos fuimos a dormir. Aunque no parezca, el ritmo de Barcelona te agota, no te deja frenar, así que nuestra siesta duró 13 horas.

Día dos






Aunque parezca que me invento lo que escribo, desayunamos en una panadería atendida por una chica de Barrancabermeja y caminamos rumbo al Parque de la Alameda, el buen verde y la buena vista como para pensar sobre lo que se quiere y lo que no se quiere pensar. Fanali colocó la flauta con la esperanza de que algún turista despistado le dejara monedas, pero yo fui el único que me animé y finalmente el único que se nos acercó, fue un tipo en un tractor corta-césped que con su peculiar ruido, nos ahuyentó del lugar.

Sopa de mariscos, pescado, pan y vino almorzamos mientras hablábamos del futuro y disfrutábamos del presente, luego mi compañera de viaje se acostó a leer y yo me fui a conocer la ciudad, en la noche nos esperaba el concierto de los músicos que habíamos conocido en al calle, el día anterior.
Llegamos tarde como siempre pero como siempre terminamos en la primera banca, frente a nosotros 4 músicos increíbles, 3 de ellos de la lejana Latinoamérica nos deleitaron con la magia del jazz. El concierto gratis estuvo tan bueno que la noche ya podía acostarse contenta, sin embargo había que cumplir y tomarse mas de una cerveza en los bares del centro. A las 2am un viejo loco apagó la música, bajó la persiana, barrió nuestros zapatos, y nos mandó a dormir.

Día tres. (¡el mas absurdo!)






Cuando nos despertamos no imaginamos todo lo que nos traería el día. Un bus nos llevó a la terminal, para tomar otro que durante cuatro horas atravesó Galicia y la frontera inexistente entre dos países unidos políticamente por la conveniencia, pero distintos hasta en el idioma. El bus se detuvo y aproveché para comer algo y decir “obrigado” por primera vez, de ahí en adelante lo repetiría muchas veces, pues nos trataron como dirían en España, de puta madre.

Eran las 2pm aproximadamente cuando llegamos a Porto, nos bajamos en cualquier parte y caminamos para donde nos dijeron que camináramos, la conclusión fue perdernos por una hora hasta que encontramos una italiana, que al igual que Francesca hablaba mejor su lengua nativa que el improvisado portugués, el pequeño problema es que preguntábamos la manera de tomar un bus a la Riviera, pensando como siempre, en nuestro maltratado bolsillo. Solo entendimos una hora después de esperar el maldito bus con maletas y calor, que el taxi no nos costaría mas de 2.50 euros, lo que vale la mínima carrera en Barcelona o lo que valdrían los dos pasajes en el bus tanto buscábamos.

Un par de minutos mas tarde, mi tercera cerveza y la buena vista compensaron la espera, músicos y mujeres lindas pasaban por mi lado recordándome los síntomas de la felicidad, luego una sangría, mas cervezas y mas músicos, esta vez batucada brasileña. Todos cantábamos las canciones desconocidas como queriendo gritarle al mundo que todos nos merecemos la oportunidad de estar contentos, de salir, de conocer.

Con una sexta o séptima cerveza en al cabeza y la maleta de hippie profesional de Francesca en mis hombros, compramos dos botellas del famoso y delicioso vino de Porto para minutos después detener en el camino otro de esos personajes Franchescogóricos. Se trata de una extraña especie humana absolutamente noble y chiflada que mi amiga Romana, de decendencia croata, le da por encontrar cada cierto tiempo, para hacer del viaje y de la vida una experiencia impredecible.

Esta chica con una pierna coja, la mirada perdida y una maleta de rueditas, nos acompañó durante mas de media hora por todas las calles de Porto y mostrándonos la ciudad nos llevó justo hasta el bus que cinco minutos después saldría rumbo a Lisboa.

Eran las 8 pm cuando salimos de Porto y las 1130pm cuando llegamos a la capital, sin tener la mas mínima idea de donde dormiríamos. Llamamos a los amigos de Francesca pero aún no habían aprendido español desde la ultima vez que ella los había visto, hacía mas de 3 años, asi que ni ellos nos entendieron ni nosotros les entendimos y fuimos directo al Barrio Alto donde está gran parte de la movida... digamos, cultural-alternativa de la ciudad.

Deambulábamos por las calles miniaturas empedradas, entre personajes de toda clase y casas donde la única pintura es la del graffiti. Fue entonces cuando Fra seleccionó a nuestro nuevo guía, el inolvidable Ghost Dog (para mas referencias sobre el bautizo del personaje, remítase a la película Ghost Dog: The Way of the Samurai) y ahí empezó una nueva aventura, casi a la una de la mañana, cuando ya el día debía estar acabado.

Nuestro nuevo amigo, según él, Danés de padres Nigerianos, en un extraño ingles, nos dio un numero de una pensión y se ofreció a darnos hospedaje por 10 euros en la sala de su casa, en caso de que la pensión estuviese llena. 40 minutos mas tarde, sin entender muy bien por qué, estábamos poniéndole sábanas a unas colchonetas, en una sala inmensa con sofás desvencijados acompañados por medias y ropa de todas las tallas colgada sobre cuerdas como en el patio de una casa de Sabanalarga.

Cuando descubrimos que el baño no tenía agua, que la cocina no tenía luz y que la puerta a la calle no cerraba bien, ya le habíamos dado la plata y llegado a la conclusión que estábamos lo suficientemente cansados como para tomarnos un par de cervezas y dormir como fuera... hasta que saliera el sol. Le pregunté a Ghost Dog en que trabajaba y me dijo que era outsourcing de un negocio excelente pero que me lo comentaría afuera, tomándonos algo.

No teníamos claro si el man era un traficante de droga, un asesino en serie o un pobre tipo que cansado de este mundo materialista y sin vergüenza, se había decidido simplemente, por dedicarse a vivir.

El caso es que tal como lo prometió, en el mismo bar donde lo conocimos, minutos mas tarde nos estaba contando a que se dedicaba: -“Documentary Producer”-.

Una risa tonta nos embargo y le preguntamos una y otra vez lo mismo, como queriendo despertar del absurdo sueño, pero nuestro amigo insistió y para demostrarnos que decía la verdad, abrió su maleta rota por todos lados. Sacó dos carpetas, una verde y una café y de la verde 5 hojas con guiones arrugados y una especie de postal con, según él, la propuesta visual del documental. La foto, que mas parecía una publicidad colombiana de los 70´s, tenía un mundo con una mariposa encima y una tarjeta prepago que decía “Call Portugal” - Si no entienden nada de lo que les cuento, no se preocupen que yo tampoco lo entendía ni lo entiendo aún, la película de Jim Jarmush, frente a esta realidad, era una tontería que ratificaba la posibilidad de hacer documentales.

Horas mas tarde caminábamos por las calles de Barrio Alto y todos nos miraban como si anidáramos con el loco del pueblo, entramos con el extraño individuo a una fiesta donde besé a una brasilera que prefirió quedarse con su “enamorado” y luego a varios bares mas, antes de volver a “casa” y acostarnos en las improvisadas camas.
Ghost luego de regalarnos pasta de diente y agua, nos invitó a ver televisión a su habitación, cosa que obviamente no hicimos y una vez echados bajo las cuerdas que colgaban medias de desconocidos, escuchamos los gemidos de la película porno que puso en la habitación que teníamos al lado.... El sol salió acompañado por gritos de una pareja que paliaban por dinero en otra habitación cercana y nosotros salimos sin reconocer muy bien en donde diablos habíamos estado.


Día cuarto






Después de encontrar un hostal decente y pegarnos una buena ducha, salimos en busca de una Lisboa menos absurda y la encontramos entre turistas, músicos de la calle, castillos ancestrales, vistas panorámicas impresionantes, calles estrechas donde viejos y chicos jugaban a la pelota y tiendas en las que junto a postales vendían paletas con sabor a café de Colombia.

Como nada podía ser demasiado normal, comimos comida de Senegal, (no me pregunten el nombre ni el sabor) donde una señora que cocinaba borracha porque celebraba el día de la madre sin sus hijos y quien después de un abrazo de Francesca, nos regaló un trago que me quemó la garganta y unos camarones con cara de langostinos.

La noche nos alcanzó en un mirador que parecía incrustado en las 60’s con personajes disfrazados de piratas, africanos tocando tambor en el medio de la plaza, perros de todos los tamaños, un bebé hiperactivo, mujeres lindas con ropas viejas y mas de un loco haciendo malabares. El común denominador, como siempre, la cerveza fría.
Hey Shakiro! Me gritó una loca a la que la noche anterior le dije que era colombiano. Luego llegaron los amigos de Francesca, con los que a pesar del problema de idiomas, después de la cuarta llamada por fin nos habíamos entendido y nos invitaron a una casa de familia–asociación cultural–restaurante, donde había otro concierto de una música brasilera tan pegajosa, que yo bailé como salsa ante la mirada incrédula de los asistentes.


Día cinco






Pagamos la pensión y fuimos a almorzar donde nuestros nuevos amigos, uno de ellos, aunque no me crean, documentalista de verdad, quien hace un proyecto con músicos artesanales en el norte de Portugal, comimos espagueti en una casa de paredes escritas por todas las manos que la han habitado o visitado y al final de la tarde, tomamos Ginginha, una especie de vino típico que si fuera Quillero sería de corozo y la copa valdría mil barras y no un euro. Me tome tres, sin pensar y tomamos el bus hacia el aeropuerto.

Desde el avión, vi en toda su extensión, el puente mas grande de Europa (8km) y en la en la salida del aeropuerto de Barcelona, junto a una escultura de Fernando Botero, la italiana y yo nos dimos un abrazo que no tiene explicación pero que significa mucho mas que 108 horas, de extrema convivencia.

A la final lo mismo de la vez pasada, 250 euros menos y la firme intención de seguir viajando...




Me encanta el primer mundo.


Por las autopistas de ocho carriles, por los edificios de ventanales impecables.
Me encanta el primer mundo porque las chicas que limpian las calles usan cremas faciales en la noche y porque en los periódicos de aquí, no hay muertos en masa y cuando los hay, pertenecen a sitios súper lejanos, súper extraños y diferentes, algo así como Africa o Suramerica....

Me encanta el primer mundo porque a los homofobicos les toca morderse el codo. Me encanta el primer mundo porque la apariencia es tan importante como poco importante, porque los racistas lo disimulan muy bien. Me encanta el primer mundo porque te da la distancia para mirar el resto del planeta por encima del hombro. Me encanta el primer mundo por todos sus miedos y su cobardía, me encanta porque nunca aprendió a reír, nunca ha tenido tiempo para eso. Me encanta el primer mundo y su necesidad de sacar a pasear la soledad y los malos recuerdos, me encanta por su inocencia que se convierte en ignorancia.

Me encanta el primer mundo con sus museos donde los críticos crean y los artistas critican. Me encantan sus grandes problemas, me encantan sus perros costosos, sus amplios andenes y sus apartamentos miniatura. Me encanta el primer mundo cuando se entera que soy colombiano y abre los ojos como pidiéndome cocaína, me encanta, me encanta!
Me encanta el primer mundo, cuando se organiza frente a la embajada de Canadá a protestar por la caza de focas, me encanta, sobre todo, cuando se toma fotos a sí mismo.

¿Algun comentario?


Ganas de reir y de llorar, de explicarle al mundo que las cosas no son como parecen. Decirles para decirnos que somos mas los buenos... pero por todos lados se desparrama, como la sangre, las dudas.
Lo que si podemos decir sin miedo a equivocarnos, es que somos contradictorios y especiales... que hemos sufrido tanto que quisieramos hacer algo pero no sabemos qué, ni cómo, porque la esperanza se nos agota y el fusil sigue con balas, disparando contra otros fusiles similares, impulsados por al codicia y la ambicion, supuestamente, defendiento la misma bandera. La foto corresponde a un grupo vallenato del Bloque Caribe de las FARC.

Al Borne de la realidad.

La noche te trae sorpresas, sorpresas te trae la noche, hay Dios.
Las luces del Borne se prendieron y yo me senté a ver la vida pasar, y paso.
Paso y se sentó a mi lado, hablamos en el español que nos une para poder emprender el viaje.
Estudiamos en Suecia y tocamos el tambor en Malí, para entender que lo que buscamos lejos, no estaba allí, y que igual que la mamá de la negra grande, había que tener los hijos frente al mar del Caribe.
Por ahora, teníamos que prepararnos y como no hay revolución sin amor ni amor sin revolución, nos metimos en mi playa de resortes y viendo el cielo estrellado de humedad y cal, practicamos nuestras futuras noches en Taganga.
Golpes, mordiscos, celos, deseo, placer. Rabia con la vida por encontrarnos ahora, agradecimiento con la vida por enredarnos la cotidianidad.
Tantas cosas por descubrir y solo cuatro palabras para decir: -“¡vos sos mas linda!”-

Un Quillero en la nevera.


-“Yo te digo la capital de tres países del mundo y tu tres capitales de América Latina, si yo gano, tu me compras un Bon Ice y si tu ganas... te lo regalo”-

Cuatro meses después y a mas de mil kilómetros de distancia, estoy bajando por la estrecha calle que separa el Planetario Distrital de la Plaza de Toros de Bogotá cuando a la distancia escucho un grito por parte de un personaje vestido de azul que sujeta por el cuello una nevera con cuerpo de pingüino.
-“Hey Juniorista!”- me grita!

Me reí y saque pecho con ilusión, sintiéndome mas barranquillero que nunca. “Yo te digo la capital de tres países del mundo y tu tres capitales de América Latina, si yo gano, tu me compras un Bon Ice y si tu ganas... te lo regalo”- Me resistí a pensar que Bon Ice promoviera la geografía con el objetivo de vender su producto y el acento caribe del personaje no me dejo duda que se trataba del mismo man.
-“La vez pasada te pregunte por la capital de Burkina Faso, de Irlanda y de Emiratos Árabes y no se si me jodiste, porque yo tampoco me las se... tu me preguntaste por Paraguay, Panamá y cuando pensé que ganaría... me preguntaste la de Aruba”- El tipo no decía nada pero me miraba con la ingenuidad del mamador de gallo natural, esa que brota por los poros de la gente buena.
–“Lo que no entiendo es ¿qué carajo haces aquí?”- Le pregunté antes que dijera nada.
-“Pa’ que veas mi llave... la vaina en Barranquilla está tan jodida, que toca venirse a vender hielo a la nevera!”-

Me puse la mano en el pecho, justo donde estaba el escudo del Júnior, -“pero fresco, que hoy ganamos compadre...” a lo que respondió, -“Oranjestad”- Y como se dio cuenta que no entendí, agregó: -“no es mentira... esa el la capital de Aruba”-
Di media vuelta, desabroche la chaqueta y baje rápido las escalinatas como queriendo que toda Bogotá recordara lo que poco le importaba, Júnior VS River Plate en Barranquilla.

Eran algo así como las 7:40pm y mientras mi alma se desplazaba al estadio Metropolitano, entre música del Joe y la champeta proveniente de los picós en las aceras de la avenida Circunvalar, mis manos se agarraban de los barrotes oxidados del bus que en plena 7ma, estaba a reventar de cachacos y otros andinos parecidos. Todo el mundo permanecía sujetado por la inercia de la cotidianidad, la vida ahí adentro, apretujada de malos olores, temores y bolsillos vacíos, parecía estar conforme, o al menos resignada a permanecer en silencio.

Unos 45 minutos mas tarde, cuando mis amigos debían estar buscando un espacio para sentarse en un estadio al que oficialmente le caben 56.000 espectadores pero al que le meten sin ningún problema 75.000, yo aún estaba caminando por la 13, entre correas de cuero, zapatos puma, afiches de Millos, DVD piratas e invitaciones a conocer colegialas que por 20mil pesos hacen lo que les pidas. No había tiempo para pensar, para leer, ni para escuchar, lograr pasar por entre el mar de personajes y cemento capitalino era lo único importante, pues en cualquier momento el partido empezaría.

El bar-restaurante-casa de mis amigos músicos mantenía la puerta abierta y un letrero que decía: esta noche “Júnior Tu Papá, contra el pobre River”
Casi 15 minutos mas tarde, Marcelo Salas solo había tocado una vez el balón, River no había llegado a nuestra área y ya yo pedía la segunda Águila. En el minuto 23, “el Torito” Martín Arzuaga, se preparaba a disparar un tiro libre.. y un -“dele Arzuaga, dele hermano!” - me hizo caer en cuenta que en el bar no solo habían costeños. Encontré entonces a rolos, caleños, paisas y hasta pastusos, unos tomando Pilsen, otros Costeña, pero todos haciendo fuerza por un equipo de guerreros del Caribes, todos en una misma ciudad, todos con el sueño de aportarle, al mismo país.

Acaba la primera parte sin goles, el noticiero del entretiempo anuncia que Maradona se quedará 10 días mas en Cartagena para recuperarse, minutos mas tarde parecía que el estadio mas grande de Colombia caería al suelo cuando Omar Pérez le hace un globito a Constanzo, pero Zapata saca la pelota de la raya. Júnior Hace un gran partido, contra uno de los equipos mas importantes del continente. Juegan de tu a tu pero ninguno logra finalizar y parece que la cosa quedaría en tablas. Pero como el Júnior, el River, el Fútbol, los argentinos y los colombianos somos como somos, en el minuto 90, un penal para los gauchos se convierte en el primer gol y en el minuto 95, uno que pocas veces existe, anotan el segundo, para poder sentenciar la victoria, o mejor, la derrota.

Costeños, cachacos, paisas, caleños y pastusos lo lamentamos, Bogotá se puso mas gris, mas fría, mas silenciosa, mas inhóspita. Uno de los anfitriones tomó el micrófono y dijo: -“lo siento pero toca decir una de nuestras frases preferidas”- Yo imaginé la de Maturana pero lo que escuchamos fue: -“jugamos como nunca y perdimos como siempre... sin embargo yo compre 4 canastas de Águila que ni pal putas me van a dejar ahí... así que suene la música nojoda!”-

La batería, el bajo y la guitarra eléctrica empezaron a sonar para que a 2.600 metros de altura no quedara dura que Barranquilla no es necesariamente sinónimo de Vallenato y que Bogotá no seria posible si mas de 7 millones de colombianos no pisaran sobre el mismo asfalto... todos cantabamos...

“Mar,
lo que inspira es el sol
de nuestra Curramba
haz,
de tu vida amor y paz
en las payas del alma...”