Aqua, segunda parte

Desde el primer momento del primer día, no hubo un solo momento de un solo día en el que no la deseara.
Desearla era mi pasatiempo preferido y lo sigue siendo, siempre ha sido un agujero negro, una válvula de escape cuando ha habido vacío y cuando no ha habido nada.
Por eso besarla cuando la besé fue tan necesario como doloroso, tan sublime como divertido, tan glorioso como excitante, como encantador, como extraño.

Se fue otra vez, pero como siempre no del todo. Esta tarde ha vuelto.
Ya no logro ver su figura perfecta, su pelo tan liso como el mío, su mirada dorada, su nariz puntiaguda, ya no toco sus manos, no escucho ni su voz ni su silencio, pero por alguna razón sus palabras frías, escritas, digitales han sido suficiente, han sido la forma de engancharme, de re-conocerla.

Por el chat hablamos de la vida, de los sueños, de su nuevo amor y de mi despecho, también hablamos de mis nuevos amores y de sus nuevos despechos, es decir, de todo un poco.
Así, sin vernos, construimos un motel con una cama enorme, luego nos camuflamos en la parte de atrás de su carro y finalmente en la playa más hermosa del mundo.

Ella me propuso que yo propusiera, pero ella escogió la playa, luego me pidió que colocara la música pero ella puso Coldplay, me dijo que escogiera el color del sol, la hora de la tarde, pero finalmente todo lo apagó y colgó una luna no muy llena. Yo soñaba que me permitiera decir algo, pero me cerró la boca, se subió sobre mi y me dijo que le gusta tener el control.

Intenté pelear con su arrogancia, pero con ella no podía, nunca pude, ella siempre hizo conmigo lo que le dio la gana y esa tarde entendí que no iba a hacer distinto. Tomó a mi amigo con sus manos y se lo metió hasta el fondo… su mirada cambió, se perdió entre las estrellas y pensé que por fin podría ser mía.

Me miró de frente, dejó escapar una sonrisa dulce y me dijo: “ni te creas, las mujeres no somos posesión de nadie, solo que algunas veces les prestamos a ustedes el control”. Puso sus manos en mi abdomen y clavó sus rodillas sobre la arena blanca de la playa más hermosa del mundo. Gozó todo lo que pudo.

Sus ojos se volvieron a perder, llevó una mano a sus tetas redondas y puntiagudas, sus pezones estaban erectos, tan oscuros como divinos, su otra mano la subió por mi pecho hasta el cuello y me apretó tanto que sientí ahogarme, luego siguió, mojó sus dedos con mi lengua y se sujetó de mi pelo.
Alcancé a notar como mordía sus labios y empezó a mover la cadera a toda velocidad, absolutamente loca de placer. Todo estaba muy junto, las pieles húmedas y convertidas en una sola cosa.
Hacia delante y hacia atrás como con rabia, como con gusto, sentía como todo me rozaba, llevó una de las manos a atrás y tocó mis huevas, mi vida… toda.
Y yo abajo, jodido, sin poder hacer otra cosa que gemir.

¡Era ella! La misma que conocí hace 6 años y con quien nunca bailé muy bien, ahora estaba ahí, moviendo su cuerpo como una diosa, moviendo mi alma como a un animal. Consiguió lo que quería, no se si fue uno o dos orgasmos pero me quedó claro que ella si de algo sabe, es de sexo.
Segundos después, la ventana se cerró, quise decirle que me había gustado pero ya no estaba. Esperé 15 segundos después que salió el letrero de offline y nunca volvió, la playa se secó, mi boca también pero sé que regresará. Como regresan las olas, como se vuelve a llenar la luna, así como cuando aparece en el monitor… “volviendo a conectar”

1 comment:

Anonymous said...

Definitivamente me encantó. Me gusta como juegas con el escenario, con los "amantes", con sus vidas y sus experiencias. Sabes??? me hiciste sentir especial, sólo tù y yo sabemos quienes somos, y tal vez algún día podamos descubrirnos totalmente.