Apuntando

Roberto: -”Mira yo llevo tres años aquí, me he gastado casi 10 mil euros renovando el NIE como estudiante. He trabajado repartiendo flyers, administrando un locutorio, editando videos, preparando  hamburguesas. He encontrado 5 o 6 trabajos en mi profesión pero nadie me quiere hacer el famoso contrato.”-

Isabela: -“Yo me casé con un español, fue un infierno, pero ya estoy saliendo de eso.”-

Pedro: Yo me devuelvo, no aguanto mas. Lo he dicho varias veces pero ahora es en serio, llevo 5 años sin lograr los papeles de trabajo. No puedo seguir matriculándome en cursos que no sirven para nada.

Natasha: A mi me encnata Barcelona, así me quede ilegal, no me devuelvo. Nadie entiende lo que es vivir en mi país. - Martì, y tu de donde eres, qué haces aquí?


Martì miraba lejos. El horizonte no se notaba, la noche se tragaba el mar frente a él. Llegó a esa reunión por casualidad, gracias al amigo de una amiga de su primo. Acababa de llegar de Andalucía. Su trabajo allá se concentraba en la frontera: pateras y narcóticos, al emnos eso decían sus superiores. En Barcelona no tenía mas que a su primo. Martì no quería responder la verdad, no quería explicar que su trabajo consistía en detener posibles inmigrantes en la calle, pedirles papeles y si no los tenían, llevarlos a los centros de reclusión de indocumentados para tramitar su deportación. -“Soy camarero”- afirmó.


Verónica: Yo también soy camarera, me gano 1000 euros hace 4 años y medio. Como trabajo en negro, me tengo que dar por bien servida, logro enviar 500 euros a mi madre en mi país, que esta realmente muy mal, intentando sacar adelante a mi hermanito.


Martì se enamoró de Verónica esa misma noche. No fue pesar, ni lástima. No lo hizo para remediar su culpa ni vio en ella sexo fácil. Verónica tenía unas piernas hermosas y bailaba samba como las diosas. A Martì nunca le enseñaron a mover sus caderas, la música del Caribe jamás la escuchó, confundía Puerto Rico con Costa Rica mientras cantaba canciones de Metálica sin saber hablar inglés. Aprendió a disparar desde hacía cinco años y esa noche lo intentó de muchas formas, pero a Verónica nunca pudo darle, en el corazón.

5 comments:

Alejandro Angel said...

Viejo Alfred es inevitable que cada vez que lea este tipo de historias de inmigrantes, de sinpapeles, de BarceloCa, de ires y venires, me sienta identificado y se me pasen tantas ideas y pensamientos por la cabeza.

Pensamientos cercanos y lejanos a la vez...

Joda compadre, ese es un camino...

Saludos.

Jasser Molina said...

Muy chevere la historia, tanto es que no debiste llegar a l final tan rapido.

Jess said...

Sigue, sigue...

AnaC said...

Aún no tiene final, Alfred!!! Dale, dale!!!

Anonymous said...

peero, Roberto sabe lo que quiere..y tiene fe y optimismo que el famoso contrato...llegará, mienrras tanto que estudie cursos utiles y siga pa'lante. EL ES UN BERRACO.