Una noche en Medallo

En realidad escribo desde Sabaneta, un municipio cercano. Me encuentro en el séptimo piso de un edificio nuevo, de esos que ahora se construyen en Colombia en cualquier esquina. Estoy en un cómodo balcón con bonitas vistas a cafetales. Es la casa de mi padre, con quien comparto un mes después de 8 años viviendo fuera.

Escribo una tesis hace horas, días, años. Dicen que aquí debo inspirarme y que si la termino, hasta podré algún día, cuando me aburra de vivir a mi manera, vivir a la manera de otros, un poco más estable y organizado. Ya saben: menos mundo líquido, más tranquilidad.

Y así, mientras lo hago, mientras leo, escribo, copio, pego, traduzco... veo las luces de los barrios humildes del pueblo a lo lejos, en la montaña, con sus casas color ladrillo, sus calles empinadas desde donde suenan vallenatos de Jorge Oñate que me los acerca el viento con cierto frío... cae la noche y debo estar a unos 11 grados.

Pienso entonces en la familia que no me tocó pero que me encontré por fuera del país, están ahora en Quebec, Munich, Athens (Ohio), Barcelona, todos y todas por debajo de los -10 grados.

Intentó volver a mi lectura: Baczko señala puntualmente que una sociedad sólo podría existir y mantenerse, asegurando un mínimo de cohesión y consenso, en la medida que los individuos preponderan el carácter colectivo sobre el individual: “un sistema de creencias y prácticas que unen en una misma comunidad, instancia moral suprema, a todos los que se adhieren a ella” (1991:21)

Y entonces, como por arte de magia, el Spotify en mi computador, que ahora llamo ordenador, reproduce un CD de un grupo africano, radicado en Francia, que con algunos de mis amigos/as bailé hace algunos años en el Teatro Apolo de Barcelona. Lo curioso es que escucho por primera vez una canción que ignoraba que existiera: Colombia, Mi Corazón.

Entonces yo, que me peleaba ayer con el discurso de una paisa hipercatólica que no quería apoyar el proceso de paz, me salgo nuevamente de la lectura y me pregunto si podré seguir con esta tesis sobre interculturalidad, si podría seguir viendo estas casas a lo lejos, por el resto de mi vida, ¿cuánto tiempo más tendré que escribir este texto psicorígido en el que hay que citar a los que saben? En fin... si es mejor negocio escribir poemas o irme a ver la película, con mi papá.

Ya está, perdón por molestar, les comparto la canción y vuelvo al documento.



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